jueves, 4 de abril de 2013

Psicopedagoga en el Aula.



El que la psicopedagoga pueda observar al alumno en su propia sala de clases puede hacer una gran diferencia a la hora de diagnosticar y tratar problemas de aprendizaje.
Fotografía a color del interior de una sala de clases, los niños se distribuyen en mesas con grupos de cuatro integrantes, se distinguen dos gruposDentro de la sala de clases es donde mejor se puede observar la realidad del niño o niña, por esto la tendencia es que los psicopedagogos tengan la oportunidad de pasar algunas horas observando pasivamente al curso, determinando así con mayor exactitud el tipo de problema que presentan los alumnos y su gravedad.
Varios colegios particulares han adoptado la política de que, al recibir la alerta de un profesor sobre un niño o niña que parece presentar síntomas de déficit atencional, hiperkinesis u otros problemas de aprendizaje o afectivos, sociales y comunicacionales, se derive a la psicopedagoga encargada. Esta, en vez de citar al niño en una oficina, aislándolo de su ambiente y sus pares, visitará la sala del alumno en cuestión y podrá observar cómo interactúa con sus compañeros, con el profesor y podrá  hacer un diagnóstico más acotado.
Uno de los colegios que ha desarrollado esta experiencia, con gran éxito, es el Lincon. La psicopedagoga de ese establecimiento, Michelle Grinstein, advierte que el tratamiento mismo no se hace en la sala de clases, ni siquiera en el colegio, ya que los recursos del mismo no dan para una terapia compleja. Lo que hacen, entonces, es que una vez que la profesora o profesor jefe detecta un algún caso preocupante, como puede ser un alumno que muestre falta de atención o bajo rendimiento, se informa a la jefa de área. Esta traspasa el caso a la psicopedagoga para que sea evaluado. "Como parte de la evaluación, se debe hacer una observación dentro de la sala de clases. Luego la profesora jefe llena un informe de lo que ella ve en clases. La psicopedagoga le pasa al alumno ciertas pruebas específicas de acuerdo al problema. Después se cita a los padres y se deriva al menor al especialista que necesite", explica Michelle Grinstein.
El papel de la especialista dentro de la sala, es sólo de observación; y su permanencia dentro de la sala es variable. "La psicopedagoga se queda el tiempo que sea necesario". Esta "observadora", podría pensarse, incomoda tanto a alumnos como al profesorado, pero la experiencia del colegio Lincon indica que no es así, como comenta la psicopedagoga Grinstein: "Al principio los profesores pudieron sentirse algo incómodos, pero al poco tiempo se olvidan de uno y lo ven como un apoyo importante, que complementa su labor. Obviamente se deben respetar los espacios del docente. Uno está ahí para observar al niño y ver cómo apoyarlo en su proceso de aprendizaje".
Consultada la especialista sobre si el hecho de que haya una persona ajena a la clase afecta el sujeto de estudio, vale decir, que si por estar ahí la psicopedagoga los niños van a actuar distinto o el niño que se quiere ayudar va a tratar de disimular su comportamiento habitual, Michelle Grinstein respondió que depende el curso, pero que como los alumnos ya conocen a la psicopedagoga, no les influye mayormente.
Tanto en el Lincon como en otros colegios donde esta modalidad se ha implementado, como el San Ingnacio, El Golf, Saint George y los que usan el sistema Montessori, el éxito ha sido rotundo y bien aceptado por lo padres, quienes "están contentos de tener este apoyo". Los profesores, por su parte, se benefician con una visión distinta, con una observación que muchas veces ellos no logran hacer o no tienen el tiempo de hacerla.
Qué hace falta para que esta modalidad, la de la observación psicopedagógica en clases, sea más positiva: que los profesores entreguen toda la información sobre el alumno en cuestión, sobre lo que ve cada día en clases y antecedentes familiares que maneje.

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